miércoles, 30 de julio de 2014

VUELTA AL REDIL


Estimado Sr. Darwin:

Parece mentira que tanto tiempo haya pasado desde mi última misiva, un año en blanco es mucho tiempo. Por la presente estoy bien, esperando que a usted le suceda lo mismo, cosa que cabe esperar viniendo de alguien como yo, que cree en un desarrollo de la persona más allá del trance mortal, no así en su caso... si no me equivoco, siendo usted científico.

Le escribo porque me hallo leyendo un libro en el que se me hace notar que vivimos, sin saberlo, rodeados de casualidades y no las apreciamos en su justa medida. Es por ello que desoímos sus mensajes, y en consecuencia, nos perdemos grandes cosas.

Pensará usted qué cosa tiene esto que ver con volver a perturbar su paz con paranoias que me habitan. Y no le falta razón, pero no le falta razón porque desconoce usted, que llevo días topándome con su nombre a diestro y siniestro. Así que me he dicho: vamos a volver a escribir a tamaño científico que tanto hizo por el hombre, aunque el hombre no se haya dedicado a honrarle lo suficiente ni a abundar en que su teoría siga fluyendo (a juzgar por el nivel de muchos de mis semajantes..., pero ese es otro tema).

Por aligerar un poco el tono solemne que estoy dando a mi vuelta a las letras que le dedico, le transcribo un chiste que escuché ayer mientras me instruía en el arte culinario. Por "casualidad" habla de su teoría:

"Un niño pregunta a su mamá acerca del origen del hombre:
- Verás hijo -le contesta la mujer-, Dios creó a Adán y Eva y todos los demás somos sus hijos.
El niño, por contrastar información le hizo la misma pregunta al padre:
- Oye papá, ¿de dónde venimos?
- Pues hijo, el hombre viene del mono, que bajó del árbol, y así llegó a ser hombre.
Al rato, inmerso en un mar de confusión, volvió a recurrir a la madre:
- Mamá, es que también le he preguntado a papá de dondé venimos y me ha dicho que del mono, y ahora no sé a quién creer...
A lo que la madre respondió:
- Hijo mío, es que yo te contesté de dónde viene mi familia y tu padre te ha contado de dónde viene la suya"

Prometo atormentarle en el futuro con mejores reflexiones, más a la altura de su sapiencia.

Se despide atentamente, una escuchante jocosa.

martes, 6 de noviembre de 2012

DE LA VIDA QUE SOÑAMOS...

Estimado Sr. Darwin:

A menudo me topo con una frase que dice muchas cosas pero con muy pocas palabras.

Esta es la frase con la que me quedo hoy:

"De la vida que soñamos,
aún nos queda lo mejor"

A menudo también, bastante más a menudo, se nos olvida lo bella que es la vida y lo poco importantes con son las cosas que nos hacen infelices, a menudo, como digo.

Es curioso cómo es posible que lo único importante en la vida sea precisamente lo contrario, la no-vida. Cuando alguien se va, o está en el trance de irse para nunca volver, reflexionamos de modo tan claro, lástima que sea entonces y sólo entonces. Mientras tanto, nos entretenemos en perder el tiempo, creo yo.

Después de la reflexión de hoy, sólo me queda preguntarle a usted cómo es posible que el ser humano no haya evolucionado nada en el modo de enfrentarse a la muerte y los adioses.

Sinceramente confundida, me despido atentamente.


domingo, 21 de octubre de 2012

LA EVOLUCIÓN DEL HOMBRE

Estimado Sr. Darwin:

El domingo pasado fue día de actividad indoor (como dirían los modernos, vamos, lo que en su época y la de mis padres era "hacer algo bajo techo"). Fuimos al museo de Ciencias Naturales de nuestra ciudad.

Recordaba este recinto algo distinto a como ahora se me ha presentado. Visité el lugar junto a mi esposo e hijos, tal como hiciesen mis padres conmigo y mi hermana, hace muchos años. En mi infancia recuerdo que me impresionó lo grande que era el elefante indio (no quiero pensar si hubiese visto al africano) y poco más.


En esta visita del siglo XXI lo que más me ha llamado la atención ha sido lo numerosas que son las referencias a su figura, Sr. Darwin. Es usted en el museo como la figura de Jesucristo en un templo católico. Curiosa similitud, ésta que se me acaba de ocurrir, teniendo en cuenta, que a estas alturas de la Humanidad, sólo puedes ser "evolucionista" o "creacionista", según sea uno seguidor de usted o de su enemigo. Le hablaré en otro momento de cómo el dualismo irreconciliable gobierna el mundo de hoy.

Alusiones a su teoría las hay por doquier. En el hombre, en los numerosos animales que pueblan impasibles la riada de visitantes domingueros... en fin, mucha evolución en el ambiente. También le hablaré de esto en cualquier otra ocasión, porque lo de evolucionar no lo tengo del todo claro. A veces creo que nos encontramos yendo hacia el origen.


En mi afán casi enfermizo por conocer el universo, el hombre y su historia, decidí hace unos años conducir mis lecturas por el camino cronológico. Leería libros diferentes ordenados por temáticas y calendarios. Tuve un año del origen (cuando leí su teoría), un año egipcio-sumerio-oriental, un año griego, y actualmente me encuentro en el romano.

Apasionante la evolución del hombre, por lo leído hasta el momento. Sé casi menos que cuando empecé... pero no cejo.

El caso es que, en mi ignorancia y humildad del año 2012, no puedo asegurar que estemos mejor que en las cavernas. Bueno, exagero, ahora dormimos calentitos y comemos de todo y en abundancia, al menos a este lado del planeta en el que afortunadamente habito.

Como ve, he puesto demasiados pensamientos en una sola entrada, que tendré que ir viendo paso a paso en otras misivas que le envíe. Lo único seguro es que cada vez tengo menos claro que sus teorías sean de verdad. Ilumíneme, señor (uy, disculpe, parece que hablase con el otro, con el Señor que se le antagoniza..., no volverá a suceder, qué torpeza la mía).

Se despide de usted, una ávida lectora despistada.

viernes, 12 de octubre de 2012

EMPECEMOS POR EL PRINCIPIO...

Estimado Sr. Darwin:

Hace tiempo descubrí, con estupor, que había una máxima que había crecido conmigo y que, de repente, se me reveló completamente equivocada. Se trata de la sentencia que dice "el hombre es un animal racional".

No hace falta mirar más allá de unos palmos contados a partir de mi nariz para darme cuenta de que el hombre es un animal, efectivamente, pero no lo creo en absoluto racional.

Puedo llegar a aceptar, siendo generosa, que es pensante (sólo algunos de la especie), pero de ahí a que sea capaz de utilizar el raciocinio, va un abismo.

Si fuesemos racionales no mataríamos a nuestros semejantes (ya no digo de nuestra misma sangre), porque a poco que pensásemos, nos daríamos cuenta de la barbaridad que eso supone. Pero no hay que ir tan lejos, casi cualquier acto cotidiano encierra en sí un sinsentido de la razón, o más bien una ausencia de la misma.

Ir a un centro comercial (suerte que en su época aún no se había inventado tal lugar de  uniformización cerebral) a gastarse el dinero que no se tiene en comprar una ropa (por ejemplo) que no se necesita, es una soberana estupidez, sin embargo, miles de personas lo hacen cada día festivo, aprovechando las horas de ocio. Anonadante, sin duda. Me resisto a creer que nadie esté estudiando a fondo este aspecto humano.

De toda esta reflexión, lo que más me afectó, cuando la hice por primera vez, fue que me di cuenta de que algo en lo que había creído desde tiempo propio inmemorial, resultaba ser falacia. Concienciarme de esto y pensar que cualquier otro axioma en los que se sustenta mi existencia puede también ser falso, fue todo uno. Y eso, Sr. Darwin, no es más que el derrumbamiento de mi propio ser.

A veces intento huir de mí, pero me resulta imposible.

Atentamente, se despide una lectora cavilante...

viernes, 6 de abril de 2012

QUIÉNES SOMOS Y A DÓNDE VAMOS...

Estimado Sr. Darwin:

Soy lectora de su libro de la evolución y le escribo porque me asaltan muchas dudas.

Estoy atravesando una crisis existencial-humana-vital que me impide pensar con claridad, así que esta misma mañana he decidido tomar las riendas de estos escritos olvidados hace tiempo y empezar a enumerarlas, en interés propio.

No aspiro a contar con sus respuestas, pues hace siglos que nos dejó, pero al menos servirán para poner en orden mi cabeza y quizá, si surge desde algún lugar remoto (espero que no tanto como aquel en el que usted se encuentra)algún lector interesado en lo que escribo, consiga ver la luz entre tanta tiniebla.

También expondré pareceres sobre asuntos diversos, espero no aburrirle.

Se despide atentamente, una ávida lectora.